El llamado ‘viejo continente’ vive en una permanente paradoja: nunca pasa de moda. La prueba de ello es que es el primer reclamo turístico del mundo, con Francia, España e Italia a la cabeza.
Belleza y cultura por todos lados: esa es la simplista conclusión que uno saca al asomarse al mapa de Europa.
Cuna de la civilización occidental, el continente ofrece todo el esplendor de su pasado, un inmenso y variado patrimonio monumental. Cierren los libros: aquí verán en vivo y en directo el Coliseo, La Torre de Londres, La torre Eiffel, palacios Reales, paisajes naturales, cordilleras, playas….
Basta con visitar Roma, Atenas, Londres Paris y Madrid para comprender en directo cómo se ha desarrollado la Historia Universal en los últimos dos milenios.
Siempre a la cabeza de la cultura del planeta, el mundo sigue escuchando a Europa como un baluarte de experiencia labrada por los siglos: se ve en museos, cine, música, teatros.
Sin olvidarnos de su gastronomía , Con Francia por bandera, por cuna y nombre de la nouvelle cousine, con restaurantes de fama internacional, una legión de chefs de referencia, empeñados en alternar fogones y probetas.
La cocina tradicional nada tiene que envidiar a nivel mundial, paella española, pasta italiana, salchichas alemanas, gulash hungaro, regado por las mejores cervezas y vinos exportados a los 5 continentes.
Excitante y multicultural , desde las riveras del Sena parisino a la vanguardista noche de Berlin o Barcelona. Desde los vetustos clubs londinenses, que aúnan madera noble y alta alcurnia, a las discotecas más intempestivas de Ibiza. Desde el barrio Rojo de Amsterdam a los elegantes cafés vieneses. De la modernidad en Escandinavia a la sublime decadencia de Venezia.
Bella y vanidosa, a Europa le gusta presumir de bagaje intelectual. Sería necesario hacer acopio de siglos para citar la interminable gama de artistas que ha legado al mundo, y que sigue legando día a día: ahí están sus grandes museos para afirmarlo. El Prado, Louvre, Museo Británico, Museo de Pergamo, Los Uficci, Hermitage…. Dicho pronto suena más fácil y no lo es: el curso de la historia de la humanidad, resumido entre vitrinas.
Pero los incuestionables triunfos logrados por el continente no están exentos de miserias. Detrás de monumentos imponentes como el Arco del Triunfo de París, de la Basílica de San Pedro en Vaticano, del Parlamento Húngaro, o de los suntuosos palacios de Viena, quedó mucho sufrimiento. No podía ser menos en un continente acostumbrado a pelearse por cada pedazo de territorio, en nombre de dioses, reyes e ideales revolucionarios. Pero este continente también ha sabido tumbar muros como el de Berlín y perdonar. Y también ha mostrado la mayor de las grandezas, que es la de pedir perdón por sus errores y homenajear a sus víctimas. Como se ve en la Casa de Ana Frank en Amsterdam o en el sobrecogedor Monumento a los Judios de Berlín.